Las/os activistas y grupos que firmamos
este documento y formamos la Red Internacional por la Despatologización de las
Identidades Trans denunciamos públicamente, una vez más, la
psiquiatrización de nuestras identidades y las graves consecuencias del
llamado “trastorno de identidad sexual o de género” (TIG). Del mismo modo,
queremos hacer visible la violencia que se ejerce sobre las personas
intersexuales mediante los procedimientos médicos vigentes.
Con “psiquiatrización” nombramos la práctica de definir y tratar la
transexualidad bajo el estatuto de trastorno mental. Nos referimos, también, a
la confusión de identidades y cuerpos no normativos (situados fuera del orden
cultural dominante) con identidades y cuerpos patológicos. La psiquiatrización
relega a las instituciones médico-psiquiátricas el control sobre las
identidades de género. La práctica oficial de dichas instituciones, motivada
por intereses estatales, religiosos, económicos y políticos, trabaja sobre los
cuerpos de las personas amparando y reproduciendo el binomio de hombre y mujer,
haciendo pasar esta postura excluyente por una realidad natural y “verdadera”.
Dicho binomio, presupone la existencia única de dos cuerpos (hombre o mujer) y
asocia un comportamiento específico a cada uno de ellos (masculino o femenino),
a la par que tradicionalmente ha considerado la heterosexualidad como la única
relación posible entre ellos. Hoy, denunciando este paradigma, que ha utilizado
el argumento de la biología y la naturaleza como justificación del orden social
vigente, evidenciamos sus efectos sociales para poner fin a sus
pretensiones políticas.
Los cuerpos que no responden
anatómicamente a la clasificación médica occidental vigente son catalogados
bajo el epígrafe de intersexualidad, condición que, “per se”, es
considerada patológica. La clasificación médica, por el contrario,
continúa aún hoy en día sin ser interrogada. La transexualidad
también es conceptualizada como una realidad en sí mismo problemática. La
ideología de género que actúa la psiquiatría, por el contrario, continúa aún
hoy sin ser cuestionada.
Legitimar las normas sociales que
constriñen nuestras vivencias y sentires implica invisibilizar y patologizar el
resto de opciones existentes, y marcar un único camino que no cuestione el
dogma político sobre el que se fundamenta nuestra sociedad: la existencia,
única y exclusiva, de solo dos formas de ser y sentir. Si
invisibilizar supone intervenir a recién-nacidos intersex (aquellas/os con
genitales ambiguos funcionales) con violentos tratamientos normalizadores así
se hará, si de lo que se trata es de borrar la posibilidad de estos cuerpos y
vetar la existencia de las diferencias.
El paradigma en el que se inspiran los
procedimientos actuales de atención a la transexualidad y la
intersexualidad convierte a estos en procesos médicos de normalización binaria.
De “normalización” ya que reducen la diversidad a sólo dos maneras de vivir y
habitar el mundo: las consideradas estadística y políticamente “normales”. Y
con nuestra crítica a estos procesos resistimos también a tener que adaptarnos
a las definiciones psiquiátricas de hombre y mujer para poder vivir nuestras
identidades, para que el valor de nuestras vidas sea reconocido sin la renuncia
a la diversidad en la que nos constituimos. No acatamos ningún
tipo de catalogación, ni etiqueta, ni definición impuesta por parte de la
institución médica. Reclamamos nuestro derecho a autodenominarnos.
Actualmente la transexualidad
se considera un “trastorno de identidad sexual”, patología mental clasificada
en el CIE-10 (Clasificación Internacional de Enfermedades de la
Organización Mundial de la Salud) y en el DSM-IV-R (Manual
Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales de la Asociación de
Psiquiatría Norte-americana). Estas clasificaciones son las que guían a los y
las psiquiatras de todo el mundo a la hora de establecer sus diagnósticos. En
ellas se comete un error poco casual: la confusión de los efectos de la
transfobia con los de la transexualidad. Se invisibiliza la violencia social
que se ejerce sobre quienes no se adecuan a las normas de género. De este modo,
se ignora activamente que el problema no es la identidad de género, es la
transfobia.
La revisión del DSM-IV-R es
un proceso que comenzó hace ahora dos años, y tiene por fin determinar los
cambios en la lista de enfermedades. En estos últimos meses se han hecho
públicos los nombres de los psiquiatras que decidirán el futuro del trastorno
de identidad sexual (TIG).
Al frente del grupo de trabajo sobre el
TIG se encuentran el Dr. Zucker (director del grupo) y el Dr.
Blanchard , entre otros. Estos psiquiatras, que son conocidos por
utilizar terapias reparativas de reconducción a homosexuales y a transexuales y
que están vinculados a clínicas que intervienen a intersexuales, proponen
no solo no retirar el trastorno sino ampliar su tratamiento a l*s niñ*s que
presenten comportamientos de género no-normativos y aplicarles terapias
reparativas de adaptación al rol de origen. En este sentido, el
movimiento trans norteamericano ha hecho un llamamiento solicitando su
expulsión del grupo encargado de la revisión del DSM. La Red Internacional por
la Despatologización de las Identidades Trans se une sin reservas a la citada
denuncia.
La patologización de la transexualidad
bajo el “trastorno de identidad sexual” es un gravísimo ejercicio de control y
normalización. El tratamiento de este trastorno se lleva a cabo
en diferentes centros de todo el mundo. En casos como el del Estado Español, es
obligatorio el paso por una evaluación psiquiátrica en las Unidades de
Identidad de Género que, en algunas ocasiones, va asociada a un control semanal
de nuestra identidad de género a través de terapias de grupo y familiares y
todo tipo de procesos denigrantes que vulneran nuestros derechos. En el caso
del Estado español, hay que resaltar que cualquier persona que desee cambiar su
nombre en la documentación o modificar su cuerpo con hormonas u operaciones
debe pasar obligatoriamente por una consulta psiquiátrica.
Por último, nos dirigimos directamente a la clase política. Nuestra
demanda es clara:
·
Exigimos la retirada de la transexualidad de los
manuales de enfermedades mentales (DSM-TR-IV y CIE-10).
·
Reivindicamos el derecho a cambiar nuestro nombre y
sexo en los documentos oficiales sin tener que pasar por ninguna evaluación
médica ni psicológica. Y añadimos que pensamos, firmemente.
que el Estado no debería de tener ninguna competencia sobre nuestros nombres,
nuestros cuerpos y nuestras identidades.
·
Hacemos nuestras las palabras del movimiento feminista en la lucha por
el derecho al aborto y el derecho al propio cuerpo: reivindicamos
nuestro derecho a decidir libremente si queremos o no modificar nuestros
cuerpos y poder llevar a cabo nuestra elección sin impedimentos burocráticos,
políticos ni económicos, así como fuera de cualquier tipo de coerción médica. Queremos
que los sistemas sanitarios se posicionen frente al trastorno de identidad
sexual, reconociendo la transfobia actual que sostiene su clasificación, y
replanteen su programa de atención sanitaria a la transexualidad haciendo de
la evaluación psiquiátrica una paso innecesario y del acompañamiento
psicoterapéutico una opción voluntaria.
·
Exigimos también el cese de las operaciones a
recién nacidos intersex.
·
Denunciamos la extrema vulnerabilidad y las dificultades en el
acceso al mercado laboral del colectivo trans. Exigimos que se
garantice el acceso al mundo laboral y la puesta en marcha de políticas
específicas para acabar con la marginación y la discriminación de nuestro
colectivo. Exigimos, además, condiciones de salud y seguridad en el
desarrollo del trabajo sexual y el fin del asedio policial a estas personas,
así como del tráfico sexual.
·
Esta situación de vulnerabilidad se acentúa en el caso de las personas
trans inmigradas, que llegan a nuestro país huyendo de situaciones de extrema violencia. Exigimos
la concesión inmediata de asilo político en estos casos a la vez que
reivindicamos la plena equiparación de derechos de las personas migrantes.
Denunciamos los efectos de la política de extranjería actual sobre los sectores
socialmente más vulnerables.
·
A la vez que gritamos que no somos víctimas sino seres activos y con
capacidad de decisión sobre nuestra propia identidad, queremos recordar
también todas las agresiones, asesinatos y también los suicidios de las
personas trans a causa de la transfobia. Señalamos al sistema como culpable
de estas violencias. El silencio es complicidad.
Finalizamos evidenciando la extrema rigidez con la que se impone el
binomio hombre/mujer, como opción única y excluyente, binomio que es construido
y puede ser cuestionado. Nuestra sola existencia demuestra la falsedad de estos
polos opuestos y señala hacia una realidad plural y diversa. Diversidad que,
hoy, dignificamos.
Cuando la medicina y el Estado nos definen como trastornadas/os ponen en
evidencia que nuestras identidades, nuestras vidas, trastornan su sistema. Por
eso decimos que la enfermedad no está en nosotras/os sino en el binarismo de
género.
Anunciamos que la Red Internacional por
la Despatologización de las Identidades Trans surge para consolidar una
coordinación mundial en torno a un primer objetivo: la descatalogación de la
transexualidad del DSM en el año 2013. Un primer paso por la
diversidad, un primer golpe a la transfobia.
¡Por la diversidad de nuestros cuerpos y nuestras identidades!
¡La transfobia nos enferma!
VENEZUELA DIVERSA A.C miembro de la RED INTERNACIONAL POR LA DESPATOLOGIZACIÓN
TRANS
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario!!!