En estas páginas he defendido el uso de la etiqueta gayfriendly para los locales comerciales, sobre todo cuando se trata de hoteles porque así evitas los problemas inesperados que puedan surgir de algo tan simple como pedir una cama de matrimonio. Personalmente he tenido problemas tanto en bares como en hoteles por lo que, en las ocasiones que lo creo conveniente, escojo un local claramente gayfriendly.
El problema llega cuando la etiqueta gayfrendly va de la mano con otras muchas etiquetas que están ahí sólo para atraer clientes y el trato final no es el esperado. Las causas pueden ser muchas: desde un empleado sin la sensibilidad necesaria hasta la unión de las etiquetas gayfriendly y familiar en un mismo establecimiento –no digo que sean incompatibles- provocando tensiones poco deseables entre clientes.
Esto ha conseguido que muchos de nosotros desconfiemos de la etiqueta gayfriendly incluso cuando no deberíamos y que empecemos a darle más relevancia al gay owned –propietario gay-, simplemente para asegurarnos de que el trato será el esperado, es decir, el normal.
Se acaba de publicar un estudio realizado entre 30.000 gays, lesbianas, bisexuales y transexuales que ha puesto en evidencia que la mayoría de destinos y hoteles utilizan la etiqueta gayfriendly pero no hacen nada para asegurar que lo son.
Realmente es deprimente que tengamos que llegar a estos límites. En consonancia con todo ello es bastante probable que acabe por aparecer algún organismo o gobierno que regule una etiqueta –tipo ISO- que nos asegure que en un establecimiento determinado las minorías –étnicas, raciales, sexuales, religiosas e incluso la gente con deficiencias- recibirá el trato adecuado.
Vía Travel Weekly
En Ambiente G Políticas gayfriendly
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